Esta es una mirror de la entrada del 15 de abril en mi Facebook
Ayer decía que, en mi opinión, la expansión de la pandemia es imparable. De hecho esto mismo lo vengo diciendo desde que cruzó las fronteras de China y alcanzó Europa, de una forma más o menos sigilosa.

A lo único que ahora podemos llegar es a evitar que los hospitales y sus UCI se vean desbordados, es decir, a modular la velocidad de expansión, que es precisamente lo que en su día confesó que pretendía Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias, el cual asesora al Gobierno de España en el control del brote en nuestro país.

Este control de daños es lo que básicamente viene haciéndose con las ahora denominadas medidas no farmacológicas, tales como el distanciamiento, el confinamiento o la reducción de la movilidad.

Ayer comentaba en IB3 la necesidad de explorar medidas de aislamiento que no han llegado a aplicarse en España, como es el caso del de los sanitarios de primera línea. Llevamos 15 días de aislamiento muy estricto, el más estricto de entre los aplicados a nivel mundial, a pesar del cual siguen produciéndose alrededor de 4000 nuevos infectados al día. Una posible causa de este fenómeno es el efecto propagador del virus de los sanitarios de primera línea, es decir, en contacto directo con los enfermos.

Los profesionales sanitarios tras la jornada de trabajo se desplazan a sus hogares, pudiendo transferir el virus SARS-CoV2 a su núcleo familiar que a su vez lo propagará a la comunidad, a través de los supermercados, farmacias y otros comercios de primera necesidad. En China los sanitarios de primera línea fueron aislados. Tenían turnos de trabajo limitados a 4 horas y también limitados en cuanto a su prolongación en el calendario, de forma que tras la acción durante el periodo previsto volvían a ser aislados durante 14 días más, antes de regresar a sus vidas normales. Esto es lo que se lee en el protocolo de acción que publicó el Hospital Univervisario de Zhejiang (FAHZU), bajo el título de Handbook of COVID-19 Prevention and Treatment, cuyo enlace a la versión en español os adjunto https://drive.google.com/open?id=1GG8-jnAnXQxvNALpeop-h1e2HuY4PyL1&fbclid=IwAR3eyeXzsTIGXfOVDRyLc6TjsMTJxwqyrIKV4DJi8qlGriVyFwR92I5ELDg

Si tenemos en cuenta que según los últimos datos de nuestro ministerio de sanidad


el 18,5% de los enfermos son sanitarios, pudiéndose fácilmente deducir que el porcentaje de contagiados entre los mismos es bastante superior, nos podemos hacer una idea de la efectividad de una medida de aislamiento para esos profesionales de primera línea.

Ayer, en el transcurso del programa Cinc dies de IB3, al que acudo a diario como experto, pude escuchar la intervención de Martín Varvasky, emprendedor y fundador de la tecnológica Jazztel y cuyo blog os recomiendo https://spanish.martinvarsavsky.net/ . Decía que en transcurso de su intervención aportó una idea que me pareció extremadamente interesante. Se basa en el hecho de que la letalidad de esta enfermedad se presenta básicamente en las personas mayores. Según datos del ministerio, que pueden hallarse en el enlace proporcionado más arriba, el 50,9% de los afectados, el 68 % de los hospitalizados y el 95% de las muertes se producen en mayores de 60 años. Su idea sería el confinamiento específico de los mayores de 65 años (aproximadamente el 90% de los muertos, aunque no tenemos el dato exacto de las personas entre 65 a 69 años), que además de tener la ventaja de proteger a estas personas más vulnerables, impidiendo a su vez la saturación de los hospitales y sus UCI, tiene la ventaja adicional que, en general, estas personas no participan de la actividad productiva, quedando por tanto la economía perfectamente protegida de la destrucción derivada de un confinamiento universal.

Este confinamiento específico para este grupo de edad podría hacerse, bien en sus propios domicilios, en el caso que no habitaran en ellos con otros familiares más jóvenes, o bien en lugares específicos, como habitaciones de hotel habilitadas específicamente para ello. Para que la medida fuera realmente efectiva implicaría el aislamiento de estos mayores de sus familiares de otros grupos de edad, así como de los comercios de primera necesidad y de la población en general, por lo que se requeriría un sistema organizado para proporcionarles alimentos, medicinas y todo tipo de servicios y otros elementos que pudieran necesitar. Así lo expliqué yo mismo al final del programa antes citado.

Creo que es una idea que vale la pena explorar. En todo caso soy de la opinión que si se hubiera aplicado este tipo de confinamiento y no el confinamiento total, nuestra economía todavía estaría íntegra y la mortalidad habría sido prácticamente la habitual para esta época del año. Adicionalmente el resto de la población se habría ido contagiando progresivamente y desarrollándose la tan ansiada inmunidad de grupo que, cuando según los expertos alcance alrededor del 65 % de la población inmune, producirá el tan ansiado control de la pandemia.

Esto es una idea novedosa, y no me consta que se haya aplicado en ningún lugar del mundo. Pienso que merece un análisis sosegado, a fin de valorar sus posibles ventajas (e inconvenientes) frente a las medidas tan destructivas que estamos aplicando actualmente, que han arrasado la economía, a su vez indispensable para mantener el funcionamiento del sistema sanitario, que aunque el FMI calibra en un descenso de PIB del 8% para España

es actualmente de efectos desconocidos e imposibles de evaluar, pues no se había producido una situación semejante jamás.

Comentarios

Entradas populares de este blog